Gracias Lupi, por tan gratas vivencias

PEDRO GARCIA 1La vida de Edmundo “Lupi” Ramírez se apagó cual una vela que marcha hacia su irremediable destino, en la noche del martes último en IPS, después que la lucha sin cuartel que emprendió desde hace años contra un rosario de males que le persiguieron con implacable continuidad, resultó en vano.

Lo conocí en la redacción de la ya desparecida Tribuna, al lado de comunicadores de raza y de gran idoneidad, como Nestor Romero Valdovinos, José Antonio Bianchi, Fernando Cazenave, Tito Frings, Francisco Ocampos Bogado, Juan Angel Gomez, Antonio Oddone, Zacarías Colmán, Enrique Estigarribia, Bartolomé Amarilla Dominguez, entre otros.

Después se integró al grupo ese verdadero ícono de nuestro acerbo musical y folklorico como Maneco Galeano,

lupiramirezEra una época tan diferente! La redacción era como nuestra casa y los compañeros como hermanos. No nos resignabamos a completar las tareas e irnos. En el Bar Colombia de la esquina de General Diaz y 14 de mayo, o en cualquier otro lugar, abriamos la puerta de par en par a la bohemia que accedía con la excusa de esperar que salga el diario ya impreso para ver consumada la obra de la jornada de trabajo y volver despues a sumergirnos en mil anécdotas o a celebrar las muchas ocurrencias de Tito, como el título que salvó a tiempo el corrector cuando anunció que Carlos Centenario ganó el torneo del club Centurión, fruto de su creciente dislexia.

A Lupi le deciamos el campeón. Porque no había forma de ganarle en la discusión del tema que fuera. Una vez el super-jefe Romero Valdovinos parecía que lo iba a lograr. Lupi se despidió resignado y bajó del segundo piso pero antes de salir a la calle, desde la portenía le llamó por el interno para concretar un honorable y agónico “empate”.

El carácter de Lupi era único. Siempre estaba alegre y no solo por ganar y ser campeón.Tenía tanta comprensión, paciencia y solidaridad con quienes a él recurrían, que una vez conoció en el curso de una reunión social a nuevos amigos y les prometió llevarlos a su casa al término de la jornada. Cuando les invitó a subir a su automovil, los casi desconocidos le dijeron, “no puede ser, porque vivimos en Villarrica”. La respuesta no se hizo esperar: “Suban” les dijo y los dejó efectivamente en la puerta de su hogar en la capital del Guairá.

Su paso por el periodismo fue fecundo y extenso así como valiosisimo fue el aporte que brindó al gremio, al hacerse cargo de la presidencia del Circulo de Periodistas Deportivos del Paraguay, en tiempos en que una profunda división se había producido en el seno de la entidad.

Fue factor determinante con su personalidad aglutinante para reagrupar en las filas del Circulo a muchos que habíamos buscado otra carpa, fastidiados por el manoseo de asambleas que traían al seno de la entidad las mismas mañas y procedimientos impropios afines a la época de la dictadura.

Fue un luchador sin par. Incluso le ganó a las enfermedades durante años y hasta le hacía “trampas” al tratamiento que los médicos pedían que cumpla a raja tabla, al visitar a vecinos o amigos, sin que la “heroina” de Zulma, su gran compañera y esposa, se percatara de sus travesuras.

Uno de estos galenos, advirtió tres años atrás, que no llegaría a la Navidad. Incluso la última superó, aún deteriorado por una caida accidental que dejó sus secuelas. Terminó rebasando a enero, pero tantos ataques recibidos y uno letal, en el aniversario 25 del golpe de Estado consistente en un derrame, fue el definitivo.

Lupi nos regaló en vida incontables vivencias, siempre gratas, pintorescas y humanas, tanto porque dejaban traslucir su enorme buen corazón como por las propias debilidades afines a todos los hombres.

Por eso lo recordamos en su velatorio en medio de sonrisas y evocaciones de muy gratas experiencias que compartimos. La multitud que fue a despedirlo, es el testimonio más fiel del viaje de un justo y buen amigo, a quien desde esta columna le decimos muchas gracias por lo que nos dio y nos deja.
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Fuente: www.purodeporte.com.py

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